lunes, 23 de mayo de 2011

Luvina.

“Mientras tanto, los viejos aguardan por ellos por el día de la muerte, sentados en sus puertas, con los brazos caídos, movidos sólo por esa gracia que es la gratitud del hijo... Solos, en aquella soledad de Luvina.
         “Un día traté de convencerlos de que se fueran a otro lugar, donde la tierra fuera buena. ‘¡Vámonos de aquí! —les dije—. No faltará modo de acomodarnos en alguna parte. El gobierno nos ayudará.’
         “Ellos me oyeron, sin parpadear, mirándome desde el fondo de sus ojos, de los que sólo se asomaba una lucecita allá muy adentro.



         “—¿Dices que el gobierno nos ayudará, profesor? ¿Tú no conoces al gobierno?
         “Les dije que sí.
         “—También nosotros lo conocemos. Da esa casualidad. De lo que no sabemos nada es de la madre de gobierno.
         “Yo les dije que era la Patria. Ellos movieron la cabeza diciendo que no. Y se rieron. Fue la única vez que he visto reír a la gente de Luvina. Pelaron los dientes molenques y me dijeron que no, que el gobierno no tenía madre.

Luvina. Juan Rulfo. (Fragmento).

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