"Tiene razón el Presidente", pensé, en un arrebato oficialista del que apenas me voy recuperando. "Soy un pesimista, siempre veo el vaso medio vacío", concluí, tal vez intoxicado por un filete de res con clembuterol. Me asomé en busca de buenas noticias, seguro de que en el margallate de información cotidiana algo habría para documentar nuestro optimismo, que dijera el neo-clásico mexicano. "A ver: Cordero, la Bartola y seis mil pesos, los pobres y la pobreza... No, por ahí nomás no.... Hank, ¿justicia? No, la tremenda corte de Tres Patines, con todo y Rudecindo y Nananina... ¿Reformas? Si, un periódico muy leído y una avenida muy famosa, nada más.... ¿Lucha contra el crimen? Muerte, desaparecidos, impunidad, violencia, territorios sin ley.... Si, ahora veo la otra parte del vaso. Está llena. De sangre."
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